GARROVILLAS DE ALCONETAR



El viajero que tiene la suerte de dejarse caer por Garrovillas de Alconétar se ve sorprendido por la imprevisible perspectiva que le ofrece su  incomparable Plaza Mayor de origen medieval.

Una estructura que ha permanecido impasible a lo largo de los siglos y que conserva todavía ese encanto anárquico de sus soportales, diferentes todos entre sí y que le confieren ese caracter original y único en Extremadura.


Sus pasadizos, leyendas y mitos inundan los pequeños espacios por los que vamos paseando, descubriendo casi sin darnos cuenta,  imágenes que en algunos casos puede ser sorprendentes, pero en otros se nos puede antojar estremecedoras.

Cuenta una no muy antigua leyenda que un pobre muchacho del pueblo, de los que ayudaban al señor cura en sus labores religiosas, era tan grande su devoción y tan impetuoso su cometido en sus obligaciones que, deseoso por agradar al Señor y para transmitir su alegría a todos los habitantes del pueblo, hacía sonar las campanas de la Iglesia de Santa María de la Consolación con tanta fuerza que en una de aquellas acometidas salió despedido, siendo desplazado fuera del campanario, muriendo al caer sobre el pavimento.

Tanta fue la consternación en Garrovillas por el cariño que el joven monaguillo se había ganado por su empeño, que se decidió a instancias de su familia y de acuerdo con todo el pueblo, no olvidar aquel suceso y así, en el lugar donde cayó, en la fachada de la casa frente al lateral de la iglesia, puede verse la representación del niño con los brazos alzados y el rostro angustiado, como queriendo aferrarse al campanario del que tanto disfrutaba y hacía disfrutar a sus conciudadanos.